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Visitando el Castillo de Nagoya

A seis horas de distancia en colectivo desde Tokyo, se puede disfrutar de una experiencia única, un viaje al pasado en el cual nos transportamos a la época feudal del antiguo Japón. Para llegar hasta el Castillo de Nagoya, podemos elegir entre tomar un taxi, tomar el tren o simplemente caminar. Para disfrutar al máximo de la experiencia, recomendamos hacer esto último, ya que los paisajes anticipan lo que nos espera.



El castillo de Nagoya Palacio de Hommaru fue construido en el año 1615 como residencia para el líder del dominio Owari. Desafortunadamente el palacio fue alcanzado por los bombardeos aéreos durante la Segunda Guerra Mundial en 1945. El trabajo de restauración comenzó en enero del año 2009 y el área del Genkan, el hall de entrada y el hall principal (Omote Shoin) fueron abiertos al público en el año 2013. Luego de abonar una entrada de 500 yenes, podemos ingresar a los distintos sectores del castillo tanto el Honmaru Goten (Palacio del Castillo) como el Donjon (Torre del Castillo).


Al dejar nuestros zapatos en un casillero y nuestra mochila en la recepción (si es que nos molesta) y caminar dentro de las instalaciones, podemos sentir en carne propia la belleza del Honmaru Goten: Paredes de papel japonés, habitaciones donde las más exclusivas reuniones eran organizadas y réplicas exactas de las pinturas que se encontraban antes de los ataques ya mencionados nos dan la bienvenida y nos recuerdan que hay muchas cosas que los libros de historia no nos cuentan.



Una vez fuera del Palacio, podemos dirigirnos hacia el Donjon, una enorme torre de ocho plantas de las cuales siete están abiertas al público. En este lugar, nos podemos encontrar con objetos antiguos, pinturas, reconstrucciones a escala del castillo y la ciudad, entre otras cosas.



Dentro de este edificio cada objeto tiene su explicación y en caso de que no leamos en japonés, podemos preguntarle a los guías que amablemente harán lo posible para que podamos entender aunque sea una pequeña parte.



En caso de que tengamos hambre, existen máquinas expendedoras y puestos de comida en los cuales podemos comer bueno, bonito y barato, así como también lugares para poder sentarse y disfrutar de los paisajes y de la gastronomía del lugar.

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